El 40% de jóvenes con problemas de salud mental no saben donde pedir ayuda
¿Con qué problemas se encuentran los jóvenes que tienen problemas de salud mental? ¿Saben dónde pedir ayuda en caso de que la necesiten?
Un 41 % de los jóvenes de entre 13 y 18 años asegura haber experimentado algún problema de salud mental durante el último año.
Sin embargo, más de la mitad no ha solicitado ningún tipo de ayuda profesional. ¿La razón principal? Cuatro de cada diez jóvenes confiesan no saber a quién acudir en busca de apoyo.
Según el último informe elaborado por la Confederación Salud Mental España, existe una notable desconfianza hacia el sistema educativo en lo que respecta a la atención del bienestar emocional del alumnado.
El documento también denuncia que no existe una red dirigida a menores de edad, así como el uso excesivo de medidas que pueden considerarse contraproducentes, como la sobremedicación o el aislamiento forzoso.
Para revertir esta situación, la Confederación propone varias líneas de actuación.
Entre ellas destaca la necesidad de implantar programas eficaces de prevención y detección precoz, fortalecer la coordinación entre los ámbitos educativo y sanitario, y asegurar la presencia obligatoria de la figura de Coordinación de Bienestar en todos los centros escolares, tal como se establece legalmente.
Esta figura sería clave para detectar situaciones de riesgo y facilitar el acceso a recursos especializados.
Los seguros de salud, en este sentido, también pueden ser de gran ayuda para que los jóvenes que lo necesiten puedan acudir a especialistas médicos en este campo y recibir un diagnóstico y un tratamiento más rápido.
Mujeres, salud mental y violencia
El informe dedica una atención especial a la situación de las mujeres que padecen problemas de salud mental.
El 81 % de ellas ha sido víctima de violencia machista en algún momento de su vida. Este tipo de violencia, aunque a menudo invisible para el entorno, se intensifica especialmente en entornos rurales o marcados por la precariedad económica.
La exclusión residencial es uno de los factores que agravan esta vulnerabilidad. Muchas mujeres se ven forzadas a convivir con sus agresores, residen en viviendas inseguras o directamente carecen de un hogar estable.
Exclusión residencial y salud mental
Otro de los ejes principales del informe es la relación directa entre la exclusión residencial y el deterioro de la salud mental.
Para muchas personas —especialmente jóvenes y mujeres— perder su vivienda no solo implica un problema económico, sino también un desencadenante de trastornos psicológicos graves.
La Confederación señala que el "sinhogarismo" debe considerarse un fracaso estructural del sistema, y no una consecuencia inevitable de circunstancias personales.
En este sentido, reclama una mayor flexibilidad en los servicios públicos, una oferta de recursos realmente adaptada a las distintas realidades y la implantación de modelos alternativos como "Housing First".
Este enfoque defiende el acceso a una vivienda digna como paso previo y fundamental en cualquier proceso de recuperación personal.
Además, el informe advierte que muchas personas, aunque cumplan con los requisitos legales para acceder a recursos sociales o sanitarios, se encuentran con obstáculos como una excesiva burocracia o la falta de acompañamiento profesional.
Estos factores generan una especie de exclusión dentro del propio sistema de protección, que debería ser precisamente la red de apoyo frente a las situaciones de vulnerabilidad.